MUSIC SELECTIONS

LOS SAXOFONES - JUAN COLÓN

domingo, 4 de agosto de 2013

Mario Rivera y Félix del Rosario

En días pasados un amigo me hace esta pregunta, ¿debería ser Félix quien tenga el sitial de Mario y/o acaso Félix no lo merece?

Contesté su pregunta a modo personal, pero quiero compartir con ustedes mi respuesta.

Ante todo, son dos músicos que usaron las mismas sendas musicales para llegar a realizar sus sueños en diferentes formas.

Félix del Rosario, extraordinario músico de sobrada capacidad quién entendió a edad temprana la importancia de lograr algún tipo de familiaridad con el jazz y sus dependencias (armonía y orquestación) para fusionarlo con sus ideas ya preconcebidas de enriquecer el merengue con un estilo personal, logrando sentar un precedente de calidad, y fusionar la samba y el bossa nova también.

Sabía la importancia de saber arreglar con profesionalidad, ahí fue su consagración como músico, dejando a un lado sus aspiraciones de principio en convertirse en un jazzista. Él sabia que para eso necesitaba un paso gigantesco que no estaba dispuesto a dar, “vivir en la cuna del jazz, Estados Unidos” y hacer de ese movimiento su gran apostolado para su carrera, lo cual no estuvo dispuesto a dar.

Logrando su gran sueño de crear un estilo inconfundible para hacer merengue, boleros, salsas, latin jazz, y convertirse hasta hoy dia en una de las mejores agrupaciones musicales de nuestra historia dejando un legado de calidad. No solamente con su agrupación Los Magos del Ritmo, también con su big band donde demostrara sus conocimientos orquestales y armónicos. Un arreglista de primera calidad, pasando la frontera de solo ser arreglista de merengue.

A pesar de toda esa grandeza, dejó su preciado sueño personal a un lado, “ser un jazzista consumado”, como me lo definió en una conversación. Conocía a fondo las exigencias para dicha meta, las herramientas y las profundidades que debía entrar.

En cambio, Mario Rivera decidió a su llegada a Estados Unidos a los 17 años ser un jazzista, concientizándose sobre qué debía hacer y el por qué. Sabia que su primer paso gigante era renunciar a sus raíces, para poder absorber a plenitud todo el conglomerado de responsabilidades que ameritaba para conocer la cultura y la música de un género que se convirtió en su gran amor, su gran pasión y su sacerdocio: Ser un Jazzista, un reto de gran magnitud.

Por eso en su carrera no se desarrolló como arreglista ni como orquestador, haciendo muy pocos arreglos para su primer disco, pero como no era parte de sus prioridades no cultivó esa parte de la música.

En cambio se dedicó a conocer a los solistas, entender sus habilidades, sus herramientas y de manera sacerdotal seguir sus pasos sin mirar atrás, sin pensarlo, logrando convertir su sueño en realidad, tocar jazz.

Aunque como solista no tuvo sus propias grabaciones que le permitieran dejar su sello en el mundo del latin jazz en especial, fue el solista preeminente de Tito Puente por muchos años, tanto en su big band como en su Quinteto.

Mario logró entender y conocer a cabalidad las innumerables manifestaciones de libertad que implica el ser jazzista y eso persiguió, logrando una preparación de grandes niveles.

Respetado y admirado por su gran trayectoria, siendo no solo admirado por sus habilidades con los saxos; también las flautas, trompeta, trombón de pistones, piano, xilófono, bajo, bateria y por si fuera poco, tamborero también.

Como podrán ver en esta breve reseña fueron dos grandes músicos por caminos diferentes. Cada uno en su área muestra la grandeza que se logra cuando se sacrifica el ser humano para lograr un propósito de altos niveles.

Amor, respeto, gratitud y admiración para estos dos grandes colosos nuestros.

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