MUSIC SELECTIONS

LOS SAXOFONES - JUAN COLÓN

lunes, 18 de febrero de 2013

EL MERENGUE, SU BAILE Y SU VELOCIDAD

   Desde el nacimiento del merengue de orquesta hasta  mediado de la década de 70s, podríamos decir que la mujer se limitaba  acompañar el hombre durante el baile.

   Luego de la explosión del nuevo ritmo “A lo Maco”  donde  además   se centralizan los cantantes para crear la llamada época dorada del merengue o los años dorados del merengue, desde entonces  la mujer empieza a mostrar una man era diferente de bailar  dejando su sensualidad no dependiendo ya del hombre  para exhibir sus encantos y luego… Desde la llegada del merengue rápido y del llamado merengue de calle, el baile cambia y la mujer exhibe ahora el baile basado en la sexualidad, donde más que tener un ritmo armónico y delicado, deja  aflorar la parte sexual y lo lleva a los salones de baile, lo que no es sorpresa ya ver a parejas bailando que más bien parecen como si hicieran el amor en medio de la pista de baile  

     Esos cambios no fueron porque el bailador se cansaba de escuchar los mismos merengues. Sino debido a los cambios que estos mismos fueron experimentando en sus interpretaciones en vivo.

      Si escuchamos temas bellísimos como: “La Quiero a Morir”, “Amanecemos Parrandeando”, “Volvió Juanita”, y muchos otros, notaremos que sus interpretaciones en vivo en la gran mayoría de los casos es casi el doble de su velocidad que le permitió convertirse en grandes hits los cuales no solo lo fueron por días, lo fueron por meses, años y aún todavía se escuchan con su magistral belleza tanto musical como interpretativa.

    Hace mucho tiempo que nuestros artistas merengueros de los años 80 no logran un hits de gran consistencia radial, salvo la segunda etapa de la merenguera Milly Quezada con su nueva línea de merengue, pero esta misma también incurrió en aumentar la velocidad a sus temas en vivo.

  Me podrán decir que no hay nada de malo en eso, y efectivamente  no hay nada de malo en ello, es cierto, pero si queremos seguir siendo figuras prominentes del canto, sí  importa, y  mucho, porque hay que buscar la manera de atraer de nuevo a los oyentes amantes de las hermosas canciones, rescatar ese merengue para bailar con decencia en un  ambiente que pueda asistir toda la familia a una sana diversión.

  A mediados de los años  80 el Caballero de la Salsa tuvo uno de sus más grandes éxitos no solo en Puerto Rico, sino en  toda América Latina, se convirtió en un verdadero himno popular, “La Conciencia”, tema lento en extremo si tomamos la velocidad regular de la salsa. Sin embargo la belleza sin igual, su hermoso arreglo musical de ese tema hizo de este gran cantante que un mundo de fanáticos nuevos abrazaran su estilo y todavía hoy día, más de 20 años después lo he escuchado en algunos de sus conciertos en vivo tocándolo exactamente a la misma velocidad.

   Juan Luis Guerra grabó , Visa para un sueño, Guavabery, Ojala que llueva Café, Amor de Conuco y otros grandes éxitos, todavía hoy los toca a la misma velocidad, algunos temas como La Gallera aumentó un poco su velocidad pero ya como lujo para exhibir la gran calidad interpretativa de sus músicos, todos de excelente calidad.

   Traigo todo esto a colación para poder decir algo, no con ánimos de hacer crítica destructiva, sino como muestra de que debemos brindar al público el total respeto a su memoria de cómo lograr convertir dichos temas en clásicos populares.

   Cuando se le aumenta a un tema la velocidad de manera excesiva ocurren dos cosas básicas, además de la del bailador, la calidad interpretativa del músico no es igual, su velocidad lo descentraliza o desenfoca  del sentido interpretativo para concentrase mayormente en tocar las notas correctas del tema, y la interpretación del cantante se escucha fuera de su centro, aunque sea excelente intérprete  y por último desconcentra al bailador que se siente fuera del centro del  tema mismo.

    Como músico llegué a tocar varias veces  temas a velocidades excesivas y realmente me sentí totalmente fuera de mi centro musical. Probablemente no soy tan excelente como los que están acostumbrados a tocarlos dirán muchos, pero tengo mi propio sentir y velocidad interna, como asi lo creo  exista en cada ser humano.

  Si usamos un maestro de ceremonia y le escribimos un discurso de dos páginas y le damos dos cuando en realidad su tiempo es tres  minutos para darle su énfasis y transmitir lo que quiere, jamás pronunciaría un buen discurso, sin importar que tan preparado la persona sea.

   La velocidad al merengue se la da el caminar de la mujer, esta lleva el mensaje del ritmo interno que siente, el sol, la brisa, la lluvia, son nuestros ingredientes que alimentan nuestra idiosincrasia rítmica y si la sacamos de su centro al caminar, ella buscará otra manera de expresar como se siente, ¿que sucede entonces?, buscará una manera de expresarse sin esperar nada más que mostrar su sexualidad la cual no es la parte sublime que quiere seguir demostrando.

   Debemos pensar por encima de todo que nuestra música es bailable, y si sacamos el bailador del salón estamos contribuyendo a enterrar lo nuestro con nosotros mismos como ejecutantes.

   Por eso hoy día no tenemos música que podamos escucharla con deleite, porque no nos llega su mensaje a la parte emotiva del cerebro la cual es la que nos permite convertirlo en perecederos o imperecederos. Somos nosotros los que tenemos que retomar el timón o dejarlo hundir.

  Nuestra idiosincrasia es nuestra música, es nuestra identidad, no los modismos, estos son parte de los movimientos socio político y cada corto tiempo cambian.

  No tengo nada en contra de ninguna expresión musical nueva, pero cada expresión nueva debe tener su propio nombre porque se le ha cambiado sus patrones originales. Una de las cantantes más grandes del mundo siempre se identificaba como La Guarachera de Oriente, aunque llegara a grabar muchos trabajos grandiosos de Salsa.¿ Por qué nunca se llamaba salsera?, porque tenía la conciencia muy clara de que ella había nacido Guarachera y la Salsa salió de ahí.

   Llamar las cosas por su nombre nos evitaría ser borrados del mapa como decimos. No defiendo intereses de nadie, solo el mío y el tuyo, Merenguero hasta la Tambora.



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