Merengue-jazz y un jazz-merengue
Existe una gran diferencia entre estas dos terminologías lo cual ha sido
objeto de muchas confusiones.
Si queremos tener un merengue-jazz se deben escribir composiciones que
reúnan los requisitos tanto en sus melodías como en las armonías para que pueda
sentirse como un jazz real y para tocar un standard del jazz en tiempo de
merengue la melodía debe ser adaptada al concepto rítmico del merengue pero
manteniendo su armonía básica la cual es la que lo seguiría identificando como un jazz.
Todo lo demás también tiene que ser diferente, la forma del bajo, del
piano y de la tambora misma y dentro del jazz con la batería también.
No debemos olvidar que ambos son géneros musicales distintos por lo que
se requiere de gran conciencia el hacerlo con profesionalismo.
Nuestra música está basada en sus tiempos fuertes, 1 y 3, en cambio el
jazz mirado desde nuestra perspectiva es 2 y 4, en concepción numérica no
parece ser algo del otro mundo, pero en lo musical existe una enorme distancia
que de no saberse caminar caeríamos en grave problemas rítmicos y conceptuales
en todo el sentido de la palabra.
Para crear un merengue-jazz debemos primariamente pensarlo como jazz y
no coger un merengue cualquiera y tocarlo con la base rítmica del jazz, asi
también pensarlo desde la óptica del jazz.
Si cogemos un merengue como Caña Brava, Compadre Pedro Juan, tendríamos
que adaptar las melodías y cambiar la forma de cómo fueron concebidas, así
mismo pasaría con el jazz.
El mayor problema con hacer del merengue-jazz un concepto musical
apetecible por otros músicos es que apenas tenemos una que otra grabación
nuestra hecha con el concepto del jazz y estamos en pañales para pretender que
el concepto merengue-jazz adquiera niveles internacionales como el latin jazz o
el bossa nova.
Un estudio más profundo y un hermoso sentido musical a la hora de
hacerlo serian las bases para tratar de introducirlo como estilo en el mundo
internacional de los géneros musicales.
En cambio con el jazz es y sigue siendo la música de los músicos, sus
intrincadas melodías, las herramientas a dominar, los diferentes lenguajes y conceptos
del sentir, géneros dentro del jazz que son los que han hecho del vocablo jazz
la meta por excelencia de todos los músicos del mundo, y si no han sido atraídos por el otro mundo
tan difícil también como lo es el género clásico.
En otros artículos hemos sido reiterativos al decir que el jazz sigue
siendo el mayor desafío para un músico y el mayor anhelo de lograrlo.
Si escuchamos un jazzista entenderemos a cabalidad el cúmulo de
conocimientos y lenguaje que se necesita.
También si escuchamos un solo de nuestro Tavito Vásquez (Con el Alma,
Caña Brava) veremos como de manera magistral usa las ideas del jazz
combinándolas con la fraseología propia del merengue logrando con esto un color
único en la búsqueda de la concepción de cultivar un merengue-jazz.
Si al momento de escuchar uno de sus grandes solos pudiéramos en vez de
tener una tambora como base rítmica, tuviéramos una batería esto sonaría a un puro
bebop.
Tendríamos que poner en practica esa misma metodología usada por este
excepcional improvisador nuestro y adquirir nuestro propio color y estilo donde
podamos enseñar al mundo que tenemos un verdadero merengue-jazz.
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