Cuando se toca un instrumento musical pueden apreciarse muchas emociones encontradas y esto es producto del sentir del intérprete y la capacidad de receptividad del oyente.
Existen muchas maneras de hacer un trabajo profesional, conmovedor y alentador cuando es dirigido hacia la inspiración del escucha.
Se puede tocar bien un instrumento debido a la preparación técnica adquirida y al mismo tiempo esta interpretación puede no llegar al sentir externo, por una razón muy poderosa, no está el sentir del intérprete envuelto, solo lo hizo para demostrarse a si mismo su capacidad y al mismo tiempo decirle al oyente cuan excelente es con su instrumento en las manos y el porque debe ser respetado y reconocido.
Una agrupación musical puede sonar excelente, nítida, con asombrosa precisión matemática al hacer las cosas, y aun así no llegar al sentir del oyente.
Se puede ser más feliz tocando en una esquina de una ciudad, en un pequeño y oscuro bar de una calle de un barrio céntrico o marginado de la ciudad que en una orquesta de reconocida calidad y fama.
Podemos tener los instrumentos mas caros, los equipos mas sofisticados, y si no ponemos el alma y el corazón solo saldrían sonidos y expresiones brillantemente profesionales pero sin calidad para penetrar el alma de un campesino que lo escuche.
Si no existe amor en el soplo la comunicación dentro del campo vibracional no se logra porque el vehiculo correcto no está funcionando.
Existen innumerables grabaciones bien sencillas, algunas hasta fallas tienen, pero el amor con que fueron ejecutadas borra todo sentido de crítica. Discos que han vendido a niveles internacionales millones de ejemplares. Hechos solamente con dos, tres y/o cuatro músicos todos de capacidad incuestionable pero estos pusieron su amor para lograr un sello imperecedero en el intento.
Podemos tocar en cuerdas, sesiones, orquestas grandes, leer todo correcto y a pesar de esto no llegar al oyente, porque solo pusimos el intelecto en nuestras ejecuciones.
Si hacemos el trabajo con amor, respeto y gratitud a la vida por habernos dado los dones, lograremos sentir que muy a pesar de haber sido pisoteado nuestro canto, pusimos alma y corazón. Todos tenemos nuestro canto, desde una oficina, una escuela, una doméstica, un labrador, y si este se hace con amor sus huellas son imperecederas.
El gran problema es que hoy día andamos sin brújula y a nadie le importa hacer el trabajo por amor y respeto, solo buscamos el beneficio económico, es lo que importa, es lo que nos dicta la sociedad, es lo que rige al mundo y a nadie le importa tu punto de vista.
Una ventana para valorar y resaltar nuestros talentos, ofreciendo informaciones sobre la creación musical en la República Dominicana y enalteciendo la calidad de nuestra música y músicos.
MUSIC SELECTIONS
LOS SAXOFONES - JUAN COLÓN
Es muy cierto lo que dices, Juan, en cuanto a transmitir sentimientos y calar dentro del alma del oyente en una interpretación. A Yo Yo Ma, por ejemplo, le he visto tocar diferente música, desde clásica hasta autóctona de la India y de Argentina, y en cada interpretación deja su alma, razón por la cual es un gozo verlo tocar. Claro, estamos hablando de un virtuoso, pero hay otros que a pesar de serlo, no le dan un toque personal a sus interpretaciones.
ResponderEliminarA Tavito lo vi cuando tocaba con la orquesta de la policía (fue al Club Juvenil de Mao en los años 60) y sus solos contagiaban hasta a los músicos que lo expresaban voceando al final de ello. Algo igual pasaba con El Manso y Félix del Rosario. Catarey en la tambora. Observa El Gran Combo de Puerto Rico, por ejemplo, después de 50 años. Todos esos músicos muestran su amor y respeto por lo que hacen.
Tremendo artículo, Juan.
Abrazos.
Isaías
Gracias mi querido hermano.....tu comentario es bien recibido con alma y Corazon. Abrazooos
ResponderEliminarJuan Colon
Es algo que a nosotros en todos los ámbitos profesionales nos falta mucho camino por recorrer.....necesitamos entender que el respeto y amor deben primar en nuestro trabajo para que logremos convertir pequeños aportes en grandes pasos a seguir.
ResponderEliminarAbrazos mi hermano,
Juan Colon